El telefonillo o portero automático, así como muchos otros inventos del ser humano, también tiene un recorrido histórico y un modelo inicial que dista mucho del que nos encontramos en las viviendas u otras propiedades actualmente.
En este post vamos a hacer un recorrido sobre este invento tan útil que facilita la comunicación y el acceso de individuos ajenos a nuestras viviendas o nuestros lugares de trabajo, y que supuso un antes y un después respecto a la manera en la que accedemos actualmente a las diferentes propiedades.
¿Nos acompañas?
Desde principios de nuestros días, el hogar siempre ha sido un refugio para el hombre que quiere proteger y cuidar de agentes externos, sobre todo si estos agentes no son invitados. En este sentido, era el propio hombre el que se encargaba de vigilar quién accedía a su vivienda y, en caso de que fuera alguien no bienvenido, echarle.
Así, el ser humano se configuraba de alguna manera como el agente de seguridad o la “cámara de videovigilancia” que se encargaba de vigilar y asegurar que todos los miembros que componían el hogar estuvieran protegidos.
Las personas no podían pagar su seguridad, sino que debían proporcionársela ellos mismos de la mejor manera en la que fueran capaces.
Esta situación cambia hacia principios del siglo XVI, fecha en la que se empezaron a documentar los primeros serenos. Sin embargo, no fue hasta abril de 1765 cuando se hace público un Real Decreto que regula sus funciones en las diferentes capitales de provincia.
Los serenos eran un cuerpo de seguridad que en horario nocturno se encargaba de vigilar las viviendas y salvaguardar la seguridad de los barrios, evitando atracos, altercados, avisando a los bomberos en caso de incendio o controlando el alumbrado público. En este sentido, esta persona hacía de “portero nocturno”, que se encargaba de abrir las puertas de las casas a los vecinos por las noches y además disponía de todas las llaves de los portales correspondientes al distrito bajo su jurisdicción.
Este sería el primer ejemplo, en forma de persona, del primer atisbo de lo que más tarde sería capaz de hacer una máquina.
En 1908, aparece la primera regulación de las porterías de edificios con un Real Decreto. En este documento se regulaban las funciones de las porterías de los edificios, cuya principal labor era garantizar la seguridad de la propiedad y darle un mayor grado de autoridad.
Los porteros, que a día de hoy siguen existiendo, y los serenos empiezan a dejar de tener tanta importancia, o más bien a ser tan necesarios, cuando en la década de los 70 se produce la implantación masiva de los porteros automáticos.
Dom Gauthey, un joven monje cisterciense, y Nicolá de Codorcet, secretario del Louvre, hacen en junio de 1782 una ponencia en la Academia de Ciencias de Francia sobre la posibilidad de crear un sistema de tubos mecánicos largos que fuesen capaces de transmitir sonidos a una distancia de más de 20 km.
El rey de Francia en ese momento, Luis XVI, hace uso de una tubería de la bomba de agua del Palacio de Chaillot para hablar a 800 m de distancia y se convierte en todo un éxito. Así, se empiezan a configurar estos tubos para comunicarse en los barcos, en casas señoriales o en negocios particulares.
En la década de 1890 Milo G. Kellog inventa el teléfono de vela que desarrolla como intercomunicador.
Este dispositivo funcionaba utilizando una vela para calentar una bobina metálica que creaba un campo magnético que transmitía el sonido de la voz de una persona. Supuso una gran mejora con respecto a los primeros teléfonos, y se utilizó durante muchos años antes de ser sustituido por tecnologías más modernas.
En la década de los 50 es cuando se empieza a comercializar el portero automático en forma de radio intercomunicador. Sin embargo, en un principio se lanza al mercado sólo para uso profesional e industrial.
El primer portero automático lo denominan fonoporta. En España es creado por la empresa Fermax en 1963 y durante años se convierte en el único que se comercializa. Es en los 70 cuando se le empieza a dar un uso masivo, y empieza a recibir otros nombres como portero electrónico, interfono o electroportero.
En 1980, se crea el primer videoportero español. En este tiempo ya se le empieza a dar un uso más para las viviendas y los complejos de edificios. Además, un elemento clave es que la seguridad aumenta considerablemente, pues las personas ahora ya tienen la posibilidad de ver quién se encuentra al otro lado del edificio.
Diez años más tarde se instalan los porteros automáticos con la posibilidad de ver la pantalla en color, lo que ofrece más calidad a estos dispositivos. Así, se empiezan a comercializar muchos de los telefonillos que aún a día de hoy siguen funcionando en muchas viviendas.
Sin embargo, el desarrollo de los porteros automáticos no se queda atrás, y con la llegada del nuevo siglo también se crean los telefonillos digitales.
Finales del siglo XX y lo que llevamos del siglo XXI se caracteriza por ser la edad de oro de la tecnología. Con la llegada de las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial aparecen nuevos elementos y dispositivos que revolucionan por completo la manera en la que nos comunicamos, nos relacionamos con otras personas y hasta la manera en la que trabajamos.
El mundo de los porteros automáticos no se queda atrás, y el telefonillo analógico da paso a los nuevos telefonillos digitales, que incluyen nuevas funcionalidades y una calidad de audio (y de vídeo, en el caso de los videoporteros) extremadamente mejor.
El último hito en cuanto a los telefonillos es que ya han dejado de ser el típico auricular de toda la vida solo con un micro y un altavoz, y ya suponen un dispositivo electrónico que se conecta a la red WiFi para poder controlarlo desde cualquier lugar y ofrece muchas más funciones y aplicaciones que simplemente abrir el portal y atender las llamadas del telefonillo.
Un ejemplo que recoge todas estas funcionalidades es el telefonillo inteligente Qvadis One. Con este dispositivo tienes el control total de las personas que acceden a tu vivienda o tu lugar de trabajo, puedes abrir las puertas de tu comunidad sin necesidad de que tengas las llaves a mano y, además, es una herramienta excelente para evitar robos, ya que puedes simular que estás en casa cuando te llamen.
Ya no sólo se configura sólo como un elemento que hace la labor de intercomunicador, sino que ahora es tu agente de seguridad, tu cámara de videovigilancia y la llave a las puertas de tu comunidad.
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